miércoles, 20 de febrero de 2008

30 kg.

30 kg. ¿Cómo podía llevarme mi historia en 30kg? Semanas doblando y desdoblando ropa. Mimándola, como si la vida se me fuera en doblar esa blusita que…Me la habían regalado. Y ese libro que… estaba dedicado. Sí, cabe. Mirá mamá en este rinconcito de la valija cabe. ¿Y los miedos? ¿Dónde carajo meto los miedos? En el alma, hija, en el alma. Los miedos van en el pelo mustio, en los kilos que se pierden a medida que se acerca el día, en las lágrimas. Los miedos llegan incólumes con nosotros.

Un día de hace mucho, rodeada de afectos, una rueda que aún hoy puedo enumerar, subimos a la escalera mecánica de Ezeiza. Lo recuerdo, me agaché para poder ver a todos hasta el último segundo. Dolor. Todavía puedo recrear en mi memoria un dolor sordo. Infinito. ¿Qué hago acá?, pensé. A punto estuve de salir corriendo. Pero de pronto una imagen, como un guiño. En el mismo avión, a punto de embarcar, la ví. Era María Elena Walsh. Pensé que alguien que me había dado mi primera canción en el Jardín de Infantes (El brujito de Gulubú) tenía que darme también un poco de consuelo en este viaje. No me acerqué. Sólo la miré. Y volví como un tiro a la salita de música de ese Jardín como tantos otros donde los chicos son colores. Donde el mundo es un lugar inmenso por descubrir. Volví a mi escuela primaria donde disfrazada de ciempiés, cantamos "El mundo al revés". Volví a mi adolescencia cuando mal tocaba en la guitarra "Como la cigarra".

7 y media de la mañana. Barajas. Arrastrando los 30 kg de ropa y cientos de temores. Plaza Colón. ¡Cuánta agua! Y de golpe no recordar ninguna fuente en Buenos Aires. ¿Tan pronto? ¿Cómo puede ser que no recuerde ninguna fuente? Monumentos, estatuas, sí. Pero ni una mísera fuente recordaba. Esto es de no dormir, del avión. Recitado de calles: Corrientes, Córdoba, Junín. Recitado de bares: La Paz, La Giralda. Recitado de sueños: vivir. Bueno, está todo bien. No me acuerdo de ninguna fuente pero lo importante está.

Lo importante estaba y lo importante estaba por venir. Pero eso ya es otra historia.

mile

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanto. Me emociono.

Todos tenemos esas historias sin duda.

M

Anónimo dijo...

Jolines doña mile, estas cosas se avisan. Aún recuerdo aquel retraso en llegar a Ezeiza, la escalera mecánica, el vuelo interminable y, de aquel paseo mañanero y cansado por ese Madrid por descubrir, tengo muy grabada la imagen de la plaza de Colón... pero había olvidado el detalle del encuentro con la Walsh...

Veo la pantalla borrosa. No se si será el sueño, las gafas que me resisto a cambiar ó ... snif!

El Capi